La escasez de chips sigue siendo la mayor limitación de la cadena de suministro a la que se enfrentan los fabricantes automotrices, según un análisis de la Comisión de Comercio Internacional de Estados Unidos (USITC).
Hoy en día, este problema se considera la mayor limitación para la producción de automóviles en su conjunto.
Durante 2022, la producción norteamericana de vehículos ligeros fue de 14.3 millones de unidades, por encima de los 13.0 millones de unidades tanto en 2020 como en 2021.
Aunque la producción mejoró con respecto al año anterior, se mantuvo por debajo de la media de los 10 años anteriores, de aproximadamente 16.0 millones de unidades, debido principalmente a la escasez mundial de semiconductores, así como a otras carencias de materiales e interrupciones en la cadena de suministro.
En respuesta a la escasez de semiconductores, muchos fabricantes de vehículos se vieron obligados a detener temporalmente o ralentizar la producción.
La pérdida de producción derivada de la escasez fue, según los informes, equivalente a la paralización de seis fábricas de automóviles estadounidenses durante un año.
Un análisis estima que, sin la escasez, Estados Unidos habría producido 1.5 millones de vehículos más en 2021 y 355,000 más en 2022.
A pesar de la recuperación del suministro de chips de gama alta a finales de 2022, el acceso a los chips heredados sigue siendo un reto para la industria del automóvil en 2023.
Cadena de suministro
La pandemia de Covid-19 perturbó gravemente el mercado de semiconductores (chips), un componente esencial de los vehículos modernos.
Al inicio de la pandemia, muchos fabricantes de vehículos cancelaron los pedidos de chips en previsión de un descenso significativo de la demanda de vehículos.
Durante ese tiempo, la demanda de semiconductores no automovilísticos aumentó. Los cierres patronales, el trabajo a distancia y el aprendizaje a distancia aumentaron la demanda de ordenadores y otros dispositivos electrónicos, para los que los semiconductores son un insumo crítico.
Con el fin de satisfacer esta creciente demanda, los fabricantes de chips desplazaron la producción fuera de la industria del automóvil y hacia las Reglas de Origen del Sector del Automóvil del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Este cambio fue incentivado aún más por el hecho de que los chips heredados utilizados en los vehículos tendían a costar menos y tener menores márgenes de ganancia que los chips de vanguardia utilizados por otras industrias.
Cuando la demanda de vehículos repuntó más rápido de lo previsto a finales de 2020, los fabricantes de semiconductores carecían de la capacidad para cumplir con los pedidos de chips automotrices de los fabricantes de vehículos.
La escasez se vio agravada por el aumento de la demanda de los consumidores de vehículos con características tecnológicas avanzadas, como sistemas de información y entretenimiento y sensores de aparcamiento automatizados, lo que aumentó el número de chips necesarios por vehículo.
