México posee potencial para incrementar los cultivos de productos orgánicos por tres razones: cuenta con el tercer mayor número de productores en este segmento a nivel mundial; Estados Unidos lidera el consumo global de alimentos ecológicos, y hay una expansión internacional de los negocios relacionados.
Las exportaciones de productos orgánicos mexicanos alcanzan anualmente alrededor de 600 millones de dólares, según la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa).
Basado en su encuesta de febrero de 2016, el Instituto de Investigación de Agricultura Orgánica (FiBL, por sus siglas en suizo) informó que Estados Unidos fue el mercado más grande de productos orgánicos del mundo, con 27,062 millones de euros, seguido por Alemania (7,910 millones), Francia (4,830 millones), China (3,701 millones) y Canadá (2,523 millones).
La encuesta reveló también que continúa creciendo el área destinada a este tipo de cultivos en el planeta, hasta alcanzar 43.7 millones de hectáreas en 2014, desde el primer año registrado, en 1999, con 11 millones de hectáreas. México ocupo la tercera posición con mayor número de productores, 169,703 en 2013, detrás de India y Uganda.
Con cifras más actualizadas, la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios (Aserca) de México comunicó que el sector emplea a 245,000 personas en el país y registra un crecimiento anual del 8 por ciento.
El café representa 50 % de estas ventas externas, seguido por hierbas aromáticas y alimenticias, hortalizas, cacao y uva. Los estados de Chiapas, Oaxaca, Michoacán, Querétaro y Guerrero concentran la mayor producción.
Según Switzerland Global Enterprise, México es el principal exportador mundial de café orgánico, enfocando su abastecimiento en los mercados de Estados Unidos, Alemania, Bélgica, Holanda, Austria y Japón.
México ha aumentado las exportaciones de frutas y verduras orgánicas, como en los casos de tomate, aguacates, pepinos y pimientos, que si bien se cultivan sobre todo para Estados Unidos y Europa, han encontrado además un nicho en tiendas especializadas en el mercado mexicano.
Switzerland Global Enterprise destacó que México ofrece “un buen potencial” para la producción, comercialización y exportación de productos alimenticios orgánicos. Preparaciones de alimentos, salsas, panadería, confitería, bebidas y café, entre otros productos, han demostrado éxito en los mercados local y de exportación.
México es también un gran importador de alimentos procesados orgánicos, entre ellos lácteos, aceites, bebidas, cereales, salsas y productos dulces, la mayoría de los cuales se venden en tiendas minoristas que venden productos Premium y en tiendas gourmet. Los restaurantes han contribuido al crecimiento del sector y algunos de ellos han incluido secciones especiales en sus menús.
Aires del Campo, una empresa fundada en 2001, se ha posicionado como uno de las empresas líderes en la comercialización de productos alimenticios orgánicos en México. La compañía comenzó a vender productos en línea y en tiendas gourmet, lo que llamó la atención del Grupo Kuo, el procesador de alimentos líder en México y dueño de las marcas Herdez y Del Fuerte.
En 2011, sin que se revelara el monto de la operación, Kuo adquirió 50% de participación en Aires del Campo, quien comercializa comestibles envasados, semillas, aceites, edulcorantes, bebidas, productos lácteos y carnes, todos certificados como orgánicos.
El gobierno mexicano ha regulado la producción orgánica desde 2006. Sin embargo, no fue sino hasta finales de 2013 que las autoridades mexicanas emitieron un logotipo oficial para el etiquetado y comercialización de productos orgánicos certificados.
La agricultura orgánica, ecológica o biológica se define como un sistema de producción que utiliza insumos naturales, mediante prácticas especiales como composta, abonos verdes, asociación y rotación de cultivos, control biológico y repelentes naturales a partir de plantas. Rechaza los insumos de síntesis química, como fertilizantes, insecticidas, plaguicidas, y los organismos genéticamente modificados.
Esta forma de producción, además de considerar el aspecto ecológico, incluye en su particular filosofía y práctica el mejoramiento de las condiciones de vida de sus practicantes, de tal modo que aspira a una sostenibilidad integral del sistema de producción (económica, social y ecológica).
A nivel mundial, la tendencia por el consumo de productos libres de residuos tóxicos, sanos y amigables al ambiente inició en la década de 1970 en Europa. En un principio, el consumo de estos productos fue considerado como una moda; sin embargo, con el paso de los años y con la constante degradación de los recursos naturales a nivel mundial, este movimiento fue creciendo a tal grado que a finales de la década de 1990, se convirtió en una fuerte tendencia del mercado.