El gobierno de Estados Unidos mostró preocupación por la posibilidad de que los fabricantes de automóviles chinos instalen plantas de producción en México y exporten unidades al mercado estadounidense.
Algunas empresas con sede en la República Popular China han anunciado planes para establecer instalaciones de fabricación en México, lo que podría permitirles recibir términos comerciales favorables contenidos en el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
Esta preocupación se planteó en un regla final, publicada por Departamento de Comercio, en la que el gobierno estadounidense prohíbe las importaciones de vehículos “conectados” que contengan software y hardware de China y Rusia.
Fabricantes de automóviles chinos
Tres empresas fabrican autobuses eléctricos en Estados Unidos: BYD (con sede en China), Proterra (con sede en Estados Unidos) y New Flyer (con sede en Canadá).
En México, directivos de BYD han declarado que la empresa evalúa instalar una planta de producción de autos, enfocada en el mercado mexicano y sin la intención de exportar unidades a Estados Unidos.
De acuerdo con el Departamento de Comercio de Estados Unidos, el sector automotor de la República Popular China está expandiendo sus operaciones globales. Además, los recientes anuncios de inversión extranjera sugieren que los fabricantes chinos podrían buscar entrar al mercado estadounidense. Para lograrlo, podrían usar exportaciones desde terceros países.
Por otro lado, el Departamento de Comercio advirtió sobre los riesgos asociados. Las exportaciones de vehículos con tecnologías y servicios de información y comunicación chinos desde terceros países aumentarían las amenazas a la seguridad nacional de Estados Unidos.
Terceros países
El Departamento de Comercio advierte que la creciente presencia de la República Popular China en el sector automotriz global representa un desafío para la seguridad nacional de Estados Unidos. Esta expansión, especialmente a través de operaciones en terceros países, podría aumentar los vínculos entre proveedores chinos de vehículos conectados y fabricantes o consumidores estadounidenses. Esto generaría nuevos riesgos para la seguridad nacional.
En parte, el crecimiento de la industria automotriz china ha sido impulsado por un fuerte apoyo estatal. Tanto los fabricantes estatales como los privados han aprovechado subsidios significativos para expandirse a nivel global.
Esta expansión ha llevado a empresas chinas a establecer operaciones en países como Sudáfrica, los Países Bajos, Tailandia, Japón y Brasil. Por lo tanto, el uso de terceros países en la fabricación de vehículos chinos incrementa los riesgos asociados.