El Banco Mundial financia con 100 millones de dólares un programa en México con el objetivo de aumentar el acceso a la vivienda social para los beneficiarios de ingreso bajo.
El crédito tiene tres componentes: la adquisición de viviendas, con una partida de (48.75 millones de dólares), la autoproducción de unidades habitacionales (50 millones de dólares) y el fortalecimiento de la planificación urbana (1 millón de dólares).
El aumento del acceso a la vivienda (o el de mejoramiento las condiciones habitacionales) en zonas urbanas contribuye a reducir la pobreza pluridimensional, que se concentra primordialmente en las ciudades (en 2010, dos tercios de los pobres del país vivían en zonas urbanas).
Específicamente, dos de las seis dimensiones de la pobreza no monetaria están relacionadas con la vivienda. Asimismo, la vivienda está conectada indirectamente con el alivio de la pobreza en lo que respecta a su efecto en la capacidad de los hogares para generar ingresos (a través de alquileres o empleo por cuenta propia, que aumentan los ingresos disponibles); su impacto en los resultados de salud pública (según investigaciones, la mejora de las viviendas genera beneficios directos en la prevalencia de enfermedades respiratorias y gastrointestinales en los niños), y el acceso a servicios sociales y de atención de la salud (determinados por la ubicación).
El sector de la vivienda es fundamental para reducir la pobreza y generar crecimiento económico. En 2012, el sector de vivienda representó el 5,9 % del producto interno bruto (PIB), o el 14,1 % si se tienen en cuenta los alquileres imputados, y generó 3 millones de empleos (el 7.3 % del total).
México mide la pobreza a través de un enfoque pluridimensional, tanto en términos de indicadores monetarios (ingreso) como no monetarios (carencias sociales). Las seis carencias sociales son: brecha educativa; acceso a la atención de la salud; acceso a la seguridad social; calidad y número de habitaciones de la vivienda; servicios básicos en la vivienda, y seguridad alimentaria.
Hoy, se considera que el 46% de la población (55.3 millones de personas) es pobre (por debajo del umbral de ingresos y con, por lo menos, una carencia) y el 9.5 % vive en la pobreza extrema (con ingresos inferiores al umbral de bienestar económico y con tres o más carencias no relativas al ingreso).
México mide la pobreza a través de un enfoque pluridimensional, tanto en términos de indicadores monetarios (ingreso) como no monetarios (carencias sociales). Las seis carencias sociales son: brecha educativa; acceso a la atención de la salud; acceso a la seguridad social; calidad y número de habitaciones de la vivienda; servicios básicos en la vivienda, y seguridad alimentaria.