La industria terminal de vehículos ligeros de México cuenta con un total de 20 plantas manufactureras de automóviles en 14 estados, donde operan nueve fabricantes, a los que se sumarán otros antes del fin de la década.
En 2016, empezaron a funcionar las nuevas plantas de Kia (subsidiaria de Hyundai Motor) y Audi (subsidiaria de Volkswagen Group).
De acuerdo con datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), en los últimos cinco años los ingentes ingresos de Inversión Extranjera Directa (IED) se han traducido en la construcción de 10 nuevas plantas automotrices: cinco de nuevos entrantes (Audi, BMW, Kia, Daimler AG e Infiniti-Nissan) y cinco de productores que ya operaban en el país.
Algunas de estas nuevas plantas están entre las más grandes y modernas de América del Norte. En conjunto, aportarán 450,000 unidades adicionales a la producción, lo que podría situar a México en el sexto lugar entre los mayores productores automotores del mundo.
Además, sobre todo en virtud de las nuevas plantas, México está diversificando su especialización en vehículos compactos y subcompactos para comenzar a posicionarse en el exigente segmento de los vehículos de alta gama, con la presencia de Audi, BMW, Infiniti-Nissan y Mercedes-Benz.
Los fabricantes estadounidenses fueron los primeros en llegar a México. Desde los años veinte, Ford y General Motors, y más tarde Chrysler, comenzaron a producir vehículos que se comercializaban en el mercado local, aprovechando las políticas de industrialización mediante la sustitución de importaciones.
A finales de los años ochenta, con la llegada de los fabricantes japoneses a los Estados Unidos, México se transformó en una ubicación privilegiada para que las empresas estadounidenses pudieran mejorar su competitividad y hacer frente a la oferta asiática.
En este contexto, apoyado por los cambios regulatorios y la firma del TLCAN, México se transformó rápidamente en una plataforma exportadora. Tras la crisis de 2008, como parte de su proceso de reestructuración y saneamiento, los fabricantes de los Estados Unidos fortalecieron sus operaciones en México, invirtiendo tanto en la modernización y ampliación de las instalaciones existentes como en nuevas plantas.