China y Estados Unidos difieren en las etapas de desarrollo, madurez de la economía de mercado, aspectos sensibles y focos de preocupación en la economía y el comercio.
Las condiciones nacionales de los dos países determinan su estatus, división del trabajo, apertura y vías de desarrollo en la globalización.
Una visión correcta de sus diferencias es importante para comprender con precisión la tendencia histórica y promover el desarrollo equilibrado del comercio bilateral y las relaciones económicas.
Estados Unidos es la economía más grande del mundo y el país desarrollado más grande, con la fuerza líder mundial en política, economía, defensa nacional y ciencia y tecnología.
Según su propio gobierno, los Estados Unidos tardaron en comenzar a desarrollar su economía y entraron en una “Nueva Era Económica” después del proceso de industrialización. Cuenta con sectores agrícola, industrial y de servicios muy desarrollados, una fortaleza científica y tecnológica destacada y un desarrollo económico regional relativamente equilibrado.
A su vez, China es el país en desarrollo más grande. El desarrollo urbano/rural y regional de China siguió desequilibrado. Todavía hay 70 millones de pobres rurales, y más de la mitad de la población vive en las regiones centrales y occidentales atrasadas, cuyo PIB per cápita es solo la mitad de las áreas costeras.
La tasa de urbanización de China es solo del 57%, inferior al promedio de más del 70% en los países desarrollados. China todavía está en la etapa de construir una sociedad acomodada de manera integral.
El PIB de China sobre la base de la Paridad del Poder Adquisitivo (PPA) superó a la economía estadounidense en 2014. El PIB de la PPP de China en 2017 se estimó en 23.1 billones (19.4% más que el nivel de Estados Unidos).
Cuando se quiere comparar el producto interno bruto de diferentes países es necesario homogeneizar la información, puesto que cada país mide su producto en su moneda local; para ello se ha de traducir su PIB a una moneda común, a través de los tipos de cambio. La paridad del poder adquisitivo es una de las medidas más adecuadas para comparar la producción de bienes y servicios, con ventajas sobre el producto interno bruto nominal per cápita, puesto que toma en cuenta las variaciones de precios.