La Unión Europea aprobó este viernes prorrogar oficialmente las sanciones económicas contra Rusia por la falta de progresos en la aplicación de los acuerdos de Minsk, destinados a poner fin al conflicto interno en Ucrania.
“El 1 de julio de 2016 el Consejo (de la Unión Europea) ha prorrogado las sanciones económicas dirigidas a sectores específicos de la economía rusa hasta el 31 de enero de 2017”, dijo en un comunicado.
“Evaluada la aplicación de los acuerdos de Minsk, el Consejo ha decidido ampliar la duración de las sanciones otros seis meses”, agregó.
Los acuerdos de Minsk, firmados en febrero del 2015 con la mediación franco-alemana, tienen por objetivo poner fin al conflicto que enfrenta a los rebeldes prorrusos con el ejército ucraniano.
Particulares y empresas europeas tienen prohibido financiar, mediante la compra de bonos o con préstamos, a la banca rusa controlada por el Estado, a las grandes compañías energéticas y a las de defensa.
Además, existe un embargo de armas y materiales relacionados y la prohibición de exportar bienes y tecnologías que pueden destinarse a usos militares o civiles. El sector energético también se ve afectado con restricciones a la exportación de ciertos equipos europeos para exploración y producción de energía.
La Unión Europea decidió imponer estas medidas después del derribo del avión de pasajeros de Malaysia Airlines, el vuelo MH17, en julio de 2014, primero por un año y luego decidió vincular su vigencia a la aplicación de los acuerdos de Minsk.
Las sanciones limitan el acceso a los mercados primario y secundario de capitales de la Unión Europea a cinco “importantes entidades financieras rusas con participación mayoritaria del Estados”, así como sus filiales establecidas fuera del bloque.
La misma limitación rige para tres importantes empresas rusas del sector de la energía y otras tres de defensa. Las medidas restringen además el acceso de Rusia a ciertas tecnologías y servicios que se utilizan en la producción y exploración petrolíferas, en especial en aguas profundas.
En represalia a estas medidas, Rusia adoptó un embargo a los productos alimentarios de la Unión Europea que el miércoles prolongó hasta finales de 2017.
El conflicto en Ucrania, incluidas la anexión de Crimea y la intervención rusa en la región este del país, han representado un enorme desafío para la comunidad internacional, de ahí que diversos especialistas coincidan en que el conflicto pertenece más a lo que fue la denominada Guerra Fría, que a la dinámica actual de conflictos interestatales.
Ucrania se balancea entre el vaivén del este y el oeste, e insertándose en lo que podría denominarse una guerra fría multipolar, en la que los actores buscan contener a sus adversarios y proteger sus esferas de influencia.
Ucrania es un territorio valorado por Moscú como absolutamente estratégico y por ahora, Rusia estima que Occidente no tiene opciones para detenerle en lo que percibe como el legítimo resguardo de sus intereses, según el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques.