Muchas economías de la región son exportadoras de productos básicos, y se ven afectadas por caídas en los precios no solo debido a las menores exportaciones, sino también a la disminución de los ingresos fiscales, afirmó la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
Más aún, añadió, el aumento de los costos de financiación -derivado del mayor riesgo país y el menor apetito por el riesgo de los inversionistas-, unido a las tensiones comerciales, significará una presión sobre las economías de América latina y el Caribe.
De esta manera, según la Cepal, es probable que algunos países de la región enfrenten mayores desafíos en cuanto a sus necesidades de financiamiento, que afectarán su posición de reservas internacionales, sus monedas, o darán lugar a ajustes de otras variables macroeconómicas.
Además de lo anterior, y al igual que en los últimos años, sigue presente la inquietud por la evolución de la economía de China. La desaceleración que se venía pronosticando tuvo lugar finalmente en 2018, y se espera que la economía nuevamente se desacelere en 2019, hasta un 6.3% de crecimiento.
Las autoridades de China han implementado medidas destinadas a limitar los riesgos del endeudamiento elevado y también del llamado sistema bancario paralelo, pero han debido hacerlo con cautela de forma de evitar que se profundice la desaceleración de la economía.
La percepción de una desaceleración mayor a la prevista podría tener efectos importantes sobre los mercados financieros, no solo en términos de los precios de los activos financieros mundiales, sino también de los precios de las materias primas, algo que ya ha sucedido en ocasiones anteriores.
Incertidumbre en economías y exportaciones
Para la Cepal, 2019 se vislumbra como un año en que, lejos de disminuir, la incertidumbre será mayor y provendrá de distintos frentes.
No se atisban motores que pudieran dar mayor dinamismo al crecimiento de la economía mundial en ese año. A la desaceleración esperada para China y los países emergentes como grupo se suma un pronóstico similar en el caso de los Estados Unidos, la eurozona y las economías desarrolladas en general.
El mayor riesgo para el desempeño económico de la región de cara al próximo año sigue siendo un deterioro abrupto de las condiciones financieras que enfrentan las economías emergentes. Este año fue testigo de las implicancias de la normalización monetaria de los Estados Unidos en un contexto de mayor aversión al riesgo y mayor volatilidad financiera.
En ese sentido, los mercados emergentes, entre ellos América Latina, experimentaron una importante reducción de los flujos de financiamiento externo, al tiempo que aumentaron sus niveles de riesgo soberano y se depreciaron las monedas en relación con el dólar.
En 2019 continuaría la normalización monetaria de los Estados Unidos, a la que se uniría Europa, en un entorno de desaceleración económica a nivel global y una marcada tendencia a la baja.
No se pueden descartar nuevos episodios de deterioro en las condiciones financieras para los mercados emergentes, y las consecuencias sobre los países dependerán de cuán expuestos se encuentren en términos de las necesidades de financiamiento externo y la proporción de deuda denominada en dólares y deuda de corto plazo, cuya renovación supondría un costo mayor.
En 2018 el crecimiento de las importaciones por encima de las exportaciones —resultante
de una mayor demanda interna— redujo el superávit de la balanza comercial en la región.