La producción industrial mundial tuvo un descenso de 4.2% interanual en 2020, informó la Oficina de Análisis de Política Económica (CPB, por su sigla en inglés) de los Países Bajos.
Después de crecer 3.1% la producción industrial mundial en 2018, al año siguiente avanzó sólo 0.9 por ciento.
Al principio de este último trienio la producción industrial mundial se mantenía débil, pero luego la situación se empeoró por la pandemia de Covid-19, que provocó choques de oferta y demanda en la economía mundial.
El suministro se interrumpió debido a cierres y paradas de producción, interrupciones en la logística y escasez de mano de obra.
Por otro lado, la demanda se redujo debido a un menor consumo y menores importaciones.
Producción industrial mundial
Estos choques tuvieron efectos adversos en la producción, el comercio y la IED, y en las cadenas de valor mundiales.
Con ello, la UNCTAD proyecta una disminución de las corrientes mundiales de IED de entre 5 y 15% en 2020
En forma intermensual, la producción industrial mundial aumentó 1.3% (habiendo aumentado 1.2% en noviembre, con estimación inicial 1.1%) y el crecimiento fue de 3.5% en cuarto trimestre de 2020.
El impulso de la producción industrial mundial fue de 3.5% (no anualizado; 4.2% en noviembre, sin cambios con respecto a la estimación inicial).
Contexto
De acuerdo con la UNCTAD, se vive en una era de avances tecnológicos dramáticos, concentrados principalmente en los países desarrollados, pero las grandes divisiones entre países que se ven hoy comenzaron con el inicio de la primera revolución industrial.
En ese momento, la mayoría de las personas eran igualmente pobres y las brechas en el ingreso per cápita entre países eran mucho menores.
Luego, con olas de cambio tecnológico, Europa Occidental y sus ramificaciones (Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Estados Unidos), junto con Japón, avanzaron.
La mayoría de los demás países permanecieron en la periferia.
Cada ola de progreso se asoció con una desigualdad más aguda entre países, con disparidades cada vez mayores en el acceso a productos, servicios sociales y bienes públicos, desde la educación hasta la salud, desde la infraestructura de las TIC hasta la electrificación.
No obstante, algunos países, sobre todo en Asia oriental, pudieron posteriormente ponerse al día mediante el aprendizaje tecnológico, la imitación y la innovación.