El encadenamiento de la minería hacia adelante, a través de la utilización de los recursos minerales en fundición o etapas más avanzadas de manufactura, tomó relevancia en América Latina, con ejemplos como los de Chile y Bolivia, afirmó la Comisión Económica para América Latina (Cepal).
En general, las grandes mineras transnacionales han trabajado en un esquema en virtud del cual extraen los minerales a nivel global y exportan la mayoría de los concentrados hacia plantas de refinación y fundición ubicadas en países cercanos a los mercados de demanda y con gran disponibilidad de energía a bajo costo.
Por este motivo, la fundición y refinación se ha concentrado en Europa, Estados Unidos o Japón. Pero, según la Cepal, en la última década se registraron algunos cambios en este esquema y surgieron refinerías y fundiciones en países en desarrollo, principalmente en China, que comenzaron a abastecer el mercado internacional.
En el mercado del cobre, Chile está impulsando una estrategia para mejorar su posicionamiento en la refinería y fundición. Actualmente hay siete plantas en el país, cinco de ellas estatales, que operan con tecnología obsoleta y elevados costos.
Así, la hoja de ruta tecnológica plantea tres desafíos en este núcleo (aumentar la eficiencia, disminuir el impacto medioambiental y mejorar las condiciones laborales) y para lograrlos se proponen medidas concretas en materia de investigación y desarrollo.
Desde la actividad de la minería estatal a través de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), Bolivia está invirtiendo para avanzar en la cadena minero-metalúrgica, entre otros proyectos, a través de la nacionalización y modernización de una metalúrgica de estaño y de la puesta en marcha de una fundición de complejos de plomo-plata que había estado inactiva en los últimos 30 años.
Por otra parte, el proyecto de explotación de litio en el Salar de Uyuni busca producir toda la cadena de valor: la extracción de la materia prima (salmuera del salar), la obtención de compuestos básicos (carbonato de litio y cloruro de potasio), la fabricación de bienes intermedios (cátodos de las baterías y electrolitos) y, por último, la fabricación de baterías de ion-litio. La inversión prevista ronda los 1,000 millones de dólares. Para la implementación del proyecto se realizaron asociaciones con empresas extranjeras y convenios de capacitación en el exterior para formar profesionales.