Un estudio realizado por el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos, publicado en el presente mes, destacó que los efectos del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) suelen sobredimensionarse.
“La mayoría de los estudios muestra que los efectos económicos netos del TLCAN en ambos países han sido pequeños, pero positivos, aunque ha habido costos de ajuste para algunos sectores dentro de ambas naciones”, dijo.
En el documento se expone que Estados Unidos y México tienen fuertes lazos económicos a través del TLCAN, vigente desde 1994, y que gran parte del comercio bilateral ocurre en el contexto de las cadenas de suministro, ya que los fabricantes de cada país trabajan juntos para crear bienes.
“La expansión del comercio ha dado lugar a la creación de relaciones verticales de suministro, especialmente a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México”, agrega el estudio, intitulado Relaciones Económicas México-Estados Unidos, Tendencia, Temas e Implicaciones.
Como parte del TLCAN, México, Estados Unidos y Canadá se aplican entre sí un arancel cero en el comercio de prácticamente todos los productos intercambiados en la región. Si no existiera el TLCAN, Estados Unidos cobraría a México un arancel promedio de Nación Más Favorecida (NMF) de 3.5%, que es el que las aduanas estadounidenses aplican a los más de 150 miembros de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
En la OMC, cada nación establece topes a sus aranceles y está obligada a dar a todos la condición de NMF, expresión que parece sugerir que se trata de algún tipo de trato especial para un país determinado, pero que en realidad significa cobrar sus respectivas tarifas a la totalidad de miembros por igual.
China no opera ningún Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y, por tanto, las aduanas estadounidenses les aplican esa tasa de 3.5% de arancel.
En el 2015, Estados Unidos importó productos originarios de China por 503,000 millones de dólares, es decir, 21.8% del total de mercancías compradas del exterior por Estados Unidos ese año.
Según el estudio del Servicio de Investigación del Congreso estadounidense, el flujo de insumos intermedios producidos en Estados Unidos y exportados a México, así como el flujo de retorno de los productos terminados, aumentó en gran medida la importancia de la región fronteriza entre los dos países como lugar de producción.
Consecuentemente, “las industrias manufactureras estadounidenses de sectores como los de automotriz, de la electrónica, de electrodomésticos y de la maquinaria dependen de la asistencia de los fabricantes mexicanos”, se lee en el documento.