La producción de semiconductores en el mundo es intensiva en conocimientos y capital, destaca un análisis difundido por el Parlamento Europeo.
Al tiempo que una fundición que produzca los chips más avanzados cuesta unos 20,000 millones de dólares, su funcionamiento podría requerir hasta 2,000 ingenieros de semiconductores y, por tanto, una sólida reserva de talento local, se indica en el análisis.
Recientemente, el sector de los semiconductores ha experimentado un cambio en la demanda en respuesta a varias tendencias predominantes, como la implantación generalizada de las comunicaciones 5G, la proliferación del Internet de las Cosas, el avance y la adopción de los vehículos eléctricos y las tecnologías relacionadas con los vehículos eléctricos.
Además, la pandemia de Covid-19, que ha acelerado la transformación de los dispositivos digitales y electrónicos, también contribuyó parcialmente a la escasez mundial de capacidad de fabricación de semiconductores.
En ese entorno, la investigación europea es una de las fuerzas motrices de la miniaturización de los chips, que es clave para la rápida evolución tecnológica del sector.
Según la Ley de Moore, cada dos años los avances tecnológicos duplican aproximadamente el número de transistores por área de los semiconductores y, por tanto, también la potencia de cálculo y la eficiencia energética de los chips más avanzados del mismo tamaño.
Los chips más avanzados tienen ahora decenas de miles de millones de transistores en un centímetro cuadrado de silicio, frente a las decenas de los primeros chips de principios de la década de 1960 y los miles de la década de 1970.
Producción de semiconductores
Se ha dicho que los semiconductores son para la transición digital lo que las máquinas de vapor fueron para la revolución industrial: una tecnología de uso general que define toda una era de crecimiento económico y progreso.
Ahora, refiere el mismo análisis del Parlamento Europeo, los chips están universalmente presentes y son componentes esenciales de los productos, dispositivos e infraestructuras digitales y digitalizados, desde los teléfonos inteligentes y los vehículos hasta la sanidad, la energía, las comunicaciones y las instalaciones industriales.
Con la transformación digital y la aparición de coches altamente automatizados, el Internet de las cosas, la IA, la computación en la nube, los superordenadores, la automatización de la producción industrial y las aplicaciones en el espacio y la defensa, los chips serán cada vez más cruciales como activos económicos y estratégicos.
Con la incesante expansión de las capacidades informáticas, la IA y la conectividad, incluida la necesidad de gestionar volúmenes de datos cada vez mayores y la creciente digitalización de los dispositivos eléctricos, las máquinas industriales y los vehículos, se espera que el mercado de los semiconductores se duplique, pasando de los 550,000 millones de dólares actuales a más de 1 billón de dólares en 2030, según proyecciones de McKinsey.