América Latina ha mostrado históricamente altos índices de pobreza y desigualdad social, destaca Credicorp Ltd, un holding de servicios financieros líder con operaciones en Perú.
Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), la pobreza en América Latina pasó de 51.2% en 1990 a 31.6% en 2010, y debido a la pandemia la pobreza aumentó a 33.0% en 2020, y en 2021 la Cepal estima este indicador en 32.1 por ciento.
Con respecto a la pobreza extrema en América Latina, pasó de 15.5% en 1990 a 11.4% en 2019, y debido a la pandemia aumentó a 13.1% en 2020, y en 2021 la Cepal calcula este dato en 13.8 por ciento.
En representación de los altos índices de desigualdad social, el coeficiente de Gini, una medida de desigualdad de ingresos (de 0 a 1; 0=sin desigualdad, 1=máxima desigualdad), era de 0.54 para América Latina en 2002 y era de 0.46 en 2020.
Al interior de esta última cifra, en 2020, los coeficientes de Gini para algunos de los principales países latinoamericanos eran los siguientes, según el Banco Mundial: Colombia (0.55), Brasil (0.52), Panamá (0.51), Chile (0.47), Ecuador (0.47), Perú (0.46), Bolivia (0.45), México (0.45).
A modo de comparación, según el Banco Mundial, el coeficiente de Gini muestra menos desigualdad en España (0.35), Canadá (0.33), Dinamarca (0.28), Países Bajos (0.28), Bélgica (0.27), Islandia (0.26) y Eslovenia (0.25).
Simultáneamente a esta pobreza y desigualdad, que se traduce en menos oportunidades económicas para los latinoamericanos, América Latina ha sido testigo últimamente del avance de posiciones izquierdistas y promesas populistas en la arena política, afirma Credicorp.
Pobreza y desigualdad
Se han producido disturbios relacionados en Chile y Colombia, candidatos de extrema izquierda han ganado las elecciones en Argentina, El Salvador, Perú, Chile y Nicaragua, y nuevos gobiernos de izquierda se eligieron recientemente en elecciones presidenciales en Colombia y Brasil.
Las naciones emergentes con mayores niveles de pobreza (como muchas naciones latinoamericanas), en particular, pueden sufrir mayores impactos que otras naciones por el aumento de los precios de los fertilizantes y granos que encarecerán los productos agrícolas y las necesidades básicas, junto con mayores costos en el transporte de mercancías y transporte público por el mayor precio del petróleo.
De esta forma, Credicorp considera que el peor canal de transmisión para las economías emergentes con altos índices de pobreza puede ser una caída en los ingresos reales debido a una mayor inflación en 2022.
Los altos niveles de pobreza, junto con una mayor desigualdad, podrían traducirse en menores oportunidades económicas para los residentes de las naciones emergentes y podría generar riesgo de factor de riesgo social, malestar en la medida en que los salarios reales continúen estancados debido a los precios al consumidor más altos.