Las amenazas del Partido Comunista de China contra Australia han tenido un efecto limitado y, en algunos casos, han demostrado ser contraproducentes para los objetivos de Beijing, indicó un informe de la Comisión Estados Unidos-China (USCC, por su sigla en inglés).
Después de que China restringió ciertas exportaciones australianas en 2020, los vendedores australianos en general pudieron desviar sus productos a otros mercados.
Entre finales de 2020 y abril de 2021, las exportaciones de bienes afectados cayeron en términos anualizados en 10,000 millones de dólares a China, pero aumentaron 14,000 millones de dólares a otros mercados, incluidos Arabia Saudita e India.
En ese contexto, según la USCC, Roland Rajah, director del Programa de Economía Internacional en el Lowy Institute de Australia comentó en abril de 2021 que «el aspecto más notable de la experiencia hasta ahora es lo ineficaz que ha sido el intento de coerción comercial de China».
En la práctica, parece que los ataques comerciales de alto perfil de China no han logrado el objetivo de inducir a los países a cambiar sus políticas a gusto del Partido Comunista de China.
Amenazas
Por el contrario, agregó la USCC, la coerción económica de China ha contribuido a una creciente reacción entre sus socios económicos.
En marzo de 2021, el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, dijo durante una visita a Tokio: «Haremos retroceder, si es necesario, cuando China utilice la coerción y la agresión para salirse con la suya».
La USCC indicó que los países pueden responder de formas que dañen los intereses económicos de China.
En abril, la ministra de Relaciones Exteriores de Australia, Marise Payne, anunció la cancelación de dos contratos que el estado de Victoria había firmado en 2018 y 2019 para participar en la Iniciativa Belt and Road, diciendo que los acuerdos eran «inconsistentes con la política exterior de Australia o adversos a nuestras relaciones exteriores».
Luego, en agosto, el primer ministro australiano, Scott Morrison, propuso un diálogo económico estratégico con los Estados Unidos para ayudar a protegerse contra la “coerción económica”.
En septiembre, Australia, los Estados Unidos y el Reino Unido anunciaron conjuntamente la formación de un pacto de seguridad, conocido como AUKUS, así como un acuerdo en virtud del cual Australia recibiría acceso a la tecnología para submarinos de propulsión nuclear.