Estados Unidos y China pusieron en vigor a partir de este jueves un arancel recíproco de 25% a importaciones por 16,000 millones de dólares de cada uno.

Esta medida forma parte de una guerra comercial entre las dos mayores potencias del mundo, iniciada por Estados Unidos al argumentar que China realiza prácticas de robo de propiedad intelectual y transferencia forzada de tecnología y por razones de seguridad nacional.

Por su parte, el gobierno de China ha respondido que la medida de Estados Unidos vuelve a poner irrazonablemente el derecho nacional por encima del derecho internacional.

El presidente estadounidense, Donald Trump, autorizó un alza de aranceles a importaciones de productos chinos por 50,000 millones de dólares, de los que ya había puesto en vigencia los correspondientes a 36,000 millones desde el 6 de julio.

China respondió entonces, tal como lo ha hecho ahora, con medidas arancelarias equivalentes.

Adicionalmente, también a principios de julio, Estados Unidos publicó una lista de productos importados de China por 200,000 millones de dólares anuales a los que les impondría un arancel de 10% (luego anunció que escalaría la tasa a 25%), como resultado de las represalias comerciales establecidas por el gobierno del presidente chino.

El 29 de mayo, la Casa Blanca anunció que planeaba avanzar con las sanciones propuestas de la Sección 301 contra China al imponer aranceles ad valorem del 25% a importaciones de China por valor de 50,000 millones de dólares, incluidas las relacionadas con la iniciativa Made in China 2025; implementar nuevas restricciones a la inversión, y mejorar los controles de exportación en entidades y personas chinas con respecto a la adquisición de “tecnología industrialmente significativa” para fines de seguridad nacional.

China ha planteado que los casos debieran ser resueltos no con medidas unilaterales, sino a través de tribunales de la Organización Mundial de Comercio (OMC).