El consumo global de cobre total y refinado crecerá a una tasa de crecimiento anual compuesta de 2.4 y 2.2%, respectivamente, entre 2022 y 2032, de acuerdo con proyecciones de Wood Mackenzie.
Esto a su vez ejerce una presión cada vez mayor sobre los productores para comenzar el desarrollo de la siguiente etapa de proyectos.
Wood Mackenzie considera que el papel del cobre sólo se intensificará gracias a la descarbonización y la «ecologización» de la economía.
Por ahora, el aumento previsto en la demanda de diversas materias primas debido a la flexibilización de las restricciones por la Covid-19 y la reapertura de la economía en China en diciembre de 2022 ha resultado ser mucho menos pronunciado de lo previsto.
Desde la perspectiva de la Organización Mundial de Comercio (OMC), este resultado ha sido particularmente relevante para el grupo de productos básicos de minerales y metales, cuya demanda china representa aproximadamente la mitad de la demanda mundial total.
Específicamente, la reducción de los precios de los metales observada durante los 12 meses hasta mayo de 2023 se debe en gran medida a los continuos desafíos financieros que enfrenta el sector inmobiliario chino, que representa una parte importante de la demanda mundial de metales industriales.
Cobre
Para compensar parcialmente este déficit comparativo de la demanda, las autoridades chinas han realizado un fuerte gasto estatal en proyectos de infraestructura.
La OMC refiere que esto ha ayudado a sostener la demanda de productos como el cobre y el mineral de hierro, cuyo descenso de precios del 12 y el 20 por ciento, respectivamente, habría sido mucho más pronunciado sin el aumento de la demanda mundial provocado por este gasto.
En uno de sus principales usos, el cobre es necesario para la electrificación y la fabricación de equipos.
De acuerdo con la empresa Ivanhoe Electric, en las zonas en desarrollo, el consumo de cobre se produce principalmente en forma de construcción de infraestructura y fabricación de equipos y productos electrónicos.
En las zonas desarrolladas, el consumo suele estar impulsado por la sustitución o mejora de la infraestructura y la fabricación de equipos. El impulso hacia la electrificación aumenta la demanda de cobre como resultado de un aumento en la generación, transmisión y consumo de energía.