La guerra en Ucrania ha empeorado las perspectivas de crecimiento mundial para los próximos trimestres y ha impactado a las exportaciones del mundo.
La guerra en sí y la respuesta de la comunidad internacional con duras sanciones económicas contra Rusia han aumentado la incertidumbre, endurecido las condiciones de financiación, exacerbado los cuellos de botella y elevado los precios de la energía y los alimentos (erosionando así el poder adquisitivo de los hogares y aumentando los costes de producción de las empresas).
Para el Banco de España, estos efectos suelen ser mayores en un área geográfica, como Europa, que depende en mayor medida de Ucrania y, sobre todo, de Rusia, para el abastecimiento de algunas materias primas.
En general, según este banco, el cambio en el precio relativo de las exportaciones y las importaciones (los términos de intercambio) derivado de precios más altos de las materias primas afectará la actividad económica de los países que son importadores netos y beneficiará a los exportadores netos, en particular las economías de mercados emergentes que no son importadores netos y están altamente integrados en las cadenas globales de valor, como las de América Latina.
La invasión rusa de Ucrania a fines de febrero de 2022 supuso otro impacto negativo en un entorno en el que muchas economías, sectores, empresas y hogares aún no se habían recuperado por completo de los efectos adversos de la crisis sanitaria.
Como resultado, la perspectiva de crecimiento a corto plazo se ha revisado a la baja, particularmente en Europa, mientras que las presiones inflacionarias han aumentado y se espera que sean más persistentes de lo previsto a principios de año.
Exportaciones
Las interrupciones de la cadena de suministro, el repunte de la inflación y, en 2022, la guerra en Ucrania han obstaculizado la recuperación económica mundial que siguió a la fase más aguda de la pandemia.
En los últimos dos años, eventos en varios niveles con impacto en la actividad económica global se han desarrollado sucesivamente a un ritmo acelerado.
Las restricciones de movimiento y contacto, introducidas para contener la pandemia, dieron lugar a un fuerte descenso de la actividad en la primavera de 2020 sin precedentes en la historia reciente.
El levantamiento gradual de dichas medidas permitió que en el verano de ese año se iniciara una recuperación progresiva que, sin embargo, se vio obstaculizada a lo largo de 2021 por una serie de factores.
Estos incluyen el aumento en el precio de numerosos productos básicos (principalmente productos básicos energéticos) y la aparición de interrupciones en las cadenas de suministro globales (cuellos de botella), que han alimentado un repunte sostenido y pronunciado de las presiones inflacionarias.
La agresión rusa contra Ucrania en febrero de 2022 ha ensombrecido las perspectivas económicas y ha exacerbado las presiones sobre los precios en un entorno marcado por niveles de incertidumbre inusualmente altos.
Guerra en Ukrania
La invasión es un shock de grandes proporciones, con consecuencias adversas en términos de menor crecimiento económico y mayores presiones inflacionarias.
El canal más relevante es probablemente el relacionado con la importancia de Rusia y Ucrania como productores mundiales de materias primas.
La dependencia de Europa de algunos de estos productos básicos, como el gas, es muy alta. Y aunque España depende menos de ellos, no puede escapar de la subida de precios en los mercados globales.
Además, la guerra ha planteado la posibilidad de que se interrumpa el suministro de gas, ante lo cual sería difícil encontrar proveedores alternativos a corto plazo.
También la guerra está afectando el suministro de algunos productos básicos agrícolas que son clave para alimentar a la población mundial y de algunos metales que juegan un papel central en la producción de ciertos bienes, como productos tecnológicos y vehículos de motor.
