El proceso de ratificación del Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) no ha sido concluido por ninguno de los 12 países integrantes, de acuerdo con un análisis del Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques.

Representando el caso más avanzado, el Senado y la Cámara de Representantes de Malasia aprobaron el TPP el 27 y 28 de enero de 2016 respectivamente. No obstante, para ser ratificado por el Ejecutivo, el Parlamento malayo aún tiene que aprobar la legislación de implementación necesaria.

Si bien cabría esperar que lo más difícil en el proceso de conformación de una zona de libre comercio es la negociación de los términos –asunto que en el caso del TPP concluyó desde octubre de 2015–, lo cierto es que la ratificación del instrumento en los respectivos ámbitos nacionales también plantea diversos retos.

Estos retos son particularmente demandantes en una coyuntura internacional como la actual, consideró el Centro de Estudios Internacionales Gilberto Bosques.

En primer lugar, no debe olvidarse que acuerdos de la magnitud del TPP son una respuesta por parte de grupos de países que, ante la ausencia de avances en las negociaciones multilaterales en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC), deciden avanzar por senderos paralelos en la profundización de la interconexión económica internacional.

Y en segundo término, es innegable que uno de los temas más polémicos de la actual campaña electoral en Estados Unidos –piedra angular del proceso del TPP– es precisamente el libre comercio, que buena parte del electorado estadounidense identifica como la causa de la pérdida de empleos y de la precarización económica de algunos sectores sociales.

En resumen, el escenario internacional actual está lejos de ser el idóneo para iniciativas como el TPP porque si el Congreso de Estados Unidos termina por retrasar la ratificación del acuerdo comercial o incluso decide rechazarlo, el acuerdo transpacífico no podrá entrar en vigor.

Aunque es previsible que quien resulte ganador en las elecciones presidenciales del 8 de noviembre próximo modere su retórica contra el tratado una vez instalado en la Casa Blanca, tampoco se puede descartar la posibilidad de que Estados Unidos solicite la apertura de negociaciones ad hoc a fin de incorporar nuevos aspectos al tratado, tal como se hizo en 1992 luego de que Bill Clinton ganara la Presidencia de Estados Unidos con una plataforma de oposición al TLCAN.

Ante ese posible escenario, países como Japón (la segunda economía más importante del TPP) ha dicho no estar dispuesto a ello.

En última instancia, el futuro inmediato de la iniciativa transpacífica reside en la capacidad del presidente Barack Obama de posicionar el tema como uno de seguridad nacional y estrategia geopolítica, alejándolo del controversial debate electoral sobre el libre comercio y sus efectos sobre el crecimiento económico y la generación de empleos, concluyó el análisis.