En el mundo operan 75 impuestos al carbono y Sistemas de Comercio de Emisiones (ETS) en funcionamiento, que cubren aproximadamente 24% de las emisiones globales.
Un ETS, o esquema de topes y comercio, establece un límite al total de emisiones de gases de efecto invernadero. A través de este sistema, se otorgan derechos de emisión y se permite a los emisores que se encuentran por debajo de sus límites “vender” sus excedentes a quienes han superado sus asignaciones.
Así, se logra mantener constante el nivel de emisiones de todo el sistema, mientras que el precio de las emisiones se ajusta mediante el mercado.
En un ETS, el volumen de emisiones planificado se determina a través de los derechos de emisión. No obstante, el precio del carbono no lo fija el mercado. Algunos ejemplos de jurisdicciones que han implementado sistemas de comercio de emisiones incluyen la Unión Europea, el estado de California y Nueva Zelanda.
Impuestos al carbono
Un impuesto al carbono impone directamente un precio sobre el consumo de carbono y es administrado por los gobiernos. Este tipo de impuesto es más fácil de gestionar que un sistema de mercado como el ETS y genera menores costos operativos; sin embargo, su aplicación es menos frecuente.
En un sistema de impuesto al carbono, el volumen de emisiones no se planifica con exactitud, aunque los emisores reciben incentivos económicos para reducirlo. En cambio, el precio del carbono se conoce de antemano, ya que lo establecen las autoridades gubernamentales.
Algunos ejemplos de jurisdicciones que han implementado o están considerando un impuesto al carbono son Alemania, Sudáfrica y varias provincias en Canadá.
Cambio climático
Aunque la mayoría de las políticas de fijación de precios del carbono se han aplicado en países de altos ingresos, también están avanzando en países de ingresos medios y bajos, según un informe de la OMC, el Banco Mundial, la OCDE, el FMI y la ONU.
Muchos países también imponen impuestos a la energía o al combustible, lo que establece un precio implícito del carbono y ayuda a reducir las emisiones de GEI. No obstante, varios subsidian los combustibles fósiles, lo que crea un incentivo contrario. Por esta razón, la reforma de estos subsidios es clave para fortalecer la fijación de precios del carbono y fomentar una acción climática efectiva.
Impactos
Un estudio de la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO) de Estados Unidos calculó que una tasa de 20 dólares por tonelada métrica de CO₂ generaría cerca de 88,000 millones de dólares en 2012, y esa cifra podría alcanzar los 144,000 millones de dólares en 2020.
El efecto de una recaudación de esta magnitud en los déficits presupuestarios varía según la proyección del déficit que se considere.