El consumo de energía primaria en Estados Unidos ascendió a casi 98,000 billones de unidades térmicas británicas (Btu) en 2017, y aproximadamente el 80% de la demanda se cubrió mediante la quema de combustibles fósiles y un 20% mediante energías renovables o electricidad de origen nuclear.
Ante todo, la producción nacional de energía podría haber cubierto en torno al 90% del consumo energético pero, como parte de ella se exportó, en 2017 solo se cubrió mediante energía de producción nacional aproximadamente el 71% del consumo.
Mientras los combustibles fósiles dominan la cesta energética desde hace más de 100 años, las tendencias más destacadas entre estos combustibles durante los 50 últimos años han sido un aumento constante de la producción de gas natural y, desde 2008, una reducción del consumo de carbón.
El consumo de energía primaria en estados Unidos alcanzó su valor máximo en 2007 y luego disminuyó debido a la contracción económica, de acuerdo con un reporte de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Sin embargo, la recuperación posterior de la economía no produjo una reactivación análoga de la demanda de energía, ya que la economía se ha ido volviendo cada vez más eficiente desde el punto de vista energético. La intensidad energética de la economía disminuyó en promedio un 2% anual entre 1980 y 2010.
Nuevas tendencias en la energía
Aunque es posible que se exagerara el efecto previsto de la recesión de 2009 en los Estados Unidos, que fue por tanto de corta duración, la disminución de los precios del petróleo crudo en los mercados mundiales desde mediados de 2014 fue una consecuencia directa del notable aumento de la producción estadounidense de petróleo de baja permeabilidad (de esquisto).
A medida que se fueron recuperando los precios, la producción de petróleo de esquisto -todavía insignificante a finales de 2005- siguió aumentando. En julio de 2018, la producción total de petróleo crudo de los Estados Unidos alcanzó 11 millones de barriles diarios por primera vez en la historia.