El Fondo Monetario Internacional (FMI) elevó su expectativa de crecimiento económico de México para este año a 2.1%, desde el 1.9% en junio pasado, de acuerdo con la edición de octubre 2017 de su informe “Perspectivas de la economía mundial”.
Según el organismo internacional, el crecimiento de México mantuvo el impulso, pese a la incertidumbre generada por la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), la revisión a la baja de la actividad económica estadounidense y la política monetaria más restrictiva que se viene aplicando.
En su informe, se corrigen al alza las proyecciones de crecimiento mundial, a 3.6% este año y 3.7% el próximo; es decir, en ambos casos, 0.1 puntos porcentuales por encima de sus pronósticos anteriores, y muy por encima de la tasa de crecimiento mundial de 3.2% registrada en 2016, la más baja desde la crisis financiera internacional.
En el caso de 2017, el grueso de la revisión al alza es atribuible a la mejora de las perspectivas de las economías avanzadas; en tanto que en 2018, las economías de mercados emergentes y en desarrollo desempeñan un papel relativamente más importante. En particular, su previsión es que África subsahariana, donde el crecimiento del ingreso per cápita en promedio se estancó en los dos últimos años, mejorará globalmente el año próximo.
La aceleración mundial en curso es notable también por su carácter generalizado, algo que no se había observado desde comienzos de la década. “Esto ofrece una oportunidad a nivel mundial para adoptar políticas ambiciosas que apuntalen el crecimiento y aumenten la resiliencia económica. Las autoridades deberían aprovecharla: en varios sentidos importantes, la recuperación es incompleta y la oportunidad que ofrece la actual recuperación cíclica no siempre existirá”, dijo.
Un factor que encierra una importancia crítica para lograr un crecimiento sostenido y generalizado es la inversión en la población de todas las edades, pero sobre todo los jóvenes. Con una mejor educación, formación y reorientación profesional es posible facilitar la adaptación del mercado laboral a la transformación económica a largo plazo -atribuible a todos los factores, no solo el comercio internacional- y estimular la productividad.
A corto plazo, agregó, el desempleo juvenil excesivo que aqueja a muchos países requiere una atención urgente. La inversión en capital humano también debería incrementar la participación del trabajo en el ingreso, contrariamente a la tendencia general observada en las últimas décadas; a su vez, los gobiernos también deberían plantearse la corrección de distorsiones que pueden haber reducido excesivamente el poder de negociación de los trabajadores.