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Huracán Otis, la minería y el cambio climático

30 octubre, 2023
Global
Huracán Otis, la minería y el cambio climático

Acapulco, Gro.- El 25 de octubre, el huracán Otis llegó a esta ciudad y generó pánico de distintas formas y debe ser un llamado a la conciencia y a la solidaridad tras los múltiples destrozos que causó.

En la noche, a la primera hora de ese día, muchos de quienes estaban en hoteles fueron a dar al baño pues creían estar menos inseguros ahí.

Aun así, percibieron el continuo quebrar de vidrios y el sonido del implacable viento que se oía en el entorno y sobre todo por la boca de la llave del agua en la tina. Estaban en la oscuridad o con la luz del celular y varios pisaron el piso inundado de sus cuartos.

Ese viento, que en su fuerza máxima llegó a alcanzar los 270 kilómetros por hora, derribó puertas y ventanas, e hizo volar cosas desde los edificios altos, lo mismo lámparas y ropa que colchones. Afuera, derribó torres de luz, árboles, palmeras y postes; deslavó cerros y movió tanto el agua del mar que la hizo como de color chocolate oscuro.

A todos Otis tomó por sorpresa. Apenas unas horas antes, nadie esperaba que el ojo pasara tan cerca y con tanta intensidad. Pronto comenzaron a aparecer situaciones extrañas. Las gotas de la lluvia no caían en forma vertical como de costumbre. Viajaban horizontalmente. A contraluz, se veían torbellinos inquietantes. Luego las ramas de los árboles comenzaron a caer y las palmeras a balancearse, hasta casi tocar el suelo de un lado a otro cuando el viento rugió más fuerte.

Huracán Otis

Ya para entonces no había luz, agua, señal satelital ni servicio de televisión. Solos o acompañados, era uno el sentir y el pensar: todo se centraba en cómo no sufrir daños y en el instinto de supervivencia.

Hubo un autobús que llevó a 13 periodistas que cubrían la XXXV Convención Internacional de Minería a su hotel. Lograron llegar, pero ya no pudieron bajarse. Cuando el viento quebró algunas ventanas, varios de ellos se tumbaron al piso, y unos se taparon los oídos, otros se tomaron de las manos y rezaron.

También el huracán arrasó de modo indiferente. Por ejemplo, en el hotel Pierre Mundo Imperial, los vidrios rotos de una ventana hirieron de varias partes a un trabajador; en el Princess, una asistente de la Cámara Minera de México (Camimex) sufrió una cortada en un pie que requirió de ocho puntadas, y en otros hoteles, algunos clientes VIP sufrieron más debido a que estaban alojados en habitaciones cerca del mar y con muchas más ventanas de los normal.

Minería

Tan distinta era la previsión poco antes, que el presidente de la Camimex, Jaime Gutiérrez, llegó a decir al final de su discurso a los mineros: “Ningún huracán nos va a detener”.

Los mineros están en contacto con la naturaleza. Extraen minerales esenciales para la vida humana. Como muchas otras industrias, su actividad está cada vez más regulada en materia de medio ambiente, en tiempos de mayor preocupación por el cambio climático.

Sin duda, Otis es otro llamado a la conciencia. Fue rápido en alcanzar categoría 5, la máxima, y también con prontitud se desvaneció. Por la mañana dejó de llover y al día siguiente hubo un sol radiante.

Otis dejó al menos 39 muertos. Más allá del saldo, de la destrucción y del sufrimiento a gran escala que provocó, fue también un grito, uno más, a los que habitan la Tierra.

 

 

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