Volvo Cars afirmó que “cree firmemente” que las importaciones de automóviles y autopartes no representan una amenaza para la seguridad nacional de Estados Unidos.
Destacó que si las importaciones de automóviles y partes de automóviles están sujetas a aumentos de aranceles u otras restricciones o ajustes, los consumidores estadounidenses y la economía estadounidense en su conjunto pagarán un alto precio.
El secretario de Comercio de Estados Unidos, Wilbur Ross, inició el 23 de mayo una investigación sobre si las importaciones de automóviles, camionetas, autopartes y camiones livianos representan una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos, lo que podría concluir en la fijación de aranceles globales a esos productos.
Volvo destacó que el Departamento de Comercio debería tomar nota de los estudios que ya están surgiendo sobre esta investigación.
Por ejemplo, el 29 de mayo se publicó un documento de política de la Trade Partnership (Asociación Comercial), en el que se concluye que los aranceles de 25% sobre uno a tres años tendría un «impacto positivo muy pequeño» en los trabajadores altamente calificados en los sectores de vehículos de motor y partes, pero «impactos negativos muy grandes en los trabajadores, tanto de alta como de baja calificación, en otros sectores de la economía».
Añadió que no solo se agregarían alrededor de 6,400 dólares al precio de cada automóvil de 30,000 dólares, sino que las tarifas resultarían en una pérdida neta de 157,000 empleos de Estados Unidos. Esto incluye la pérdida de aproximadamente tres empleos por cada trabajo ganado en el sector de vehículos de motor y autopartes-
A su vez, el Instituto Peterson para la Economía Internacional va más allá, encontrando que la producción en las industrias automotriz y de autopartes de Estados Unidos caería entre 1 y 5% y perdería 1.9% de su fuerza laboral.
Y si otros países toman represalias, la producción estadounidense de automóviles y autopartes caerá 4%, además de que 5% de la fuerza de trabajo en estas industrias sería desplazad, y 624,000 puestos de trabajo estadounidenses se perderían en general.