La primera ronda de negociaciones del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) comenzó este miércoles, en Washington DC, con diagnósticos y visiones opuestas entre los ministros de comercio de México, Estados Unidos y Canadá.
“Para innumerables estadounidenses, este acuerdo ha fracasado. No podemos ignorar los enormes déficits comerciales, los trabajos manufacturados perdidos, los negocios que han cerrado o se han movido debido a los incentivos -previstos o no- en el acuerdo actual”, dijo Robert Lighthizer, representante comercial de Estados Unidos.
En contrapunto, Ildefonso Guajardo, secretario de Economía de México, reviró: “El TLCAN ha sido un éxito rotundo para todas las partes (…) No nos confundamos: nuestro primer reto es encontrar el punto medio entre intereses comunes para los tres países”.
Desde otro frente, Chrystia Freeland, ministra de Relaciones Exteriores de Canadá, afirmó: “Creemos que, al igual que las buenas bardas hacen buenos vecinos, un buen mecanismo de solución de controversias hace buenos socios comerciales”.
Sin embargo, Lighthizer insistió una vez más: “Las disposiciones de solución de controversias deben ser diseñadas para respetar nuestra soberanía nacional y nuestros procesos democráticos”.
Freeland hizo alusión a la pretensión de Lighthizer de eliminar el Capítulo 19 del TLCAN, que fue plasmado a iniciativa de Canadá y el cual permite el establecimiento de un mecanismo de solución de controversias en materia de cuotas antidumping y compensatorias.
La canciller también llamó a hacer más “progresista” el acuerdo, con provisiones sobre trabajo, equidad de género y protección a poblaciones autóctonas.
Para demostrar su versión de los efectos negativos del TLCAN, Lighthizer adujo que “los números están claros”. Arguyó que el gobierno de Estados Unidos ha certificado que al menos 700,000 estadounidenses han perdido sus empleos debido a los cambios en los flujos comerciales resultantes del TLCAN. “Muchas personas creen que el número es mucho, mucho más grande que eso”, agregó.
En 1993, cuando se aprobó el TLCAN, Estados Unidos y México experimentaron un comercio relativamente equilibrado. Sin embargo, desde entonces, Estados Unidos ha tenido déficits comerciales persistentes, en el último año, por un total de casi 57,000 millones de dólares.
Sólo en el sector automotriz, Estados Unidos tiene un déficit de 68,000 millones con México. “Miles de trabajadores de fábrica estadounidenses han perdido sus empleos debido a estas disposiciones”, dijo Lighthizer. En los últimos años, prosiguió, ha habido alguna mejora en la balanza comercial estadounidense con Canadá; pero, en la última década, el déficit estadounidense de bienes superó los 365,000 millones de dólares.
“Las opiniones del presidente (Donald Trump) sobre el TLCAN, que comparto por completo, son bien conocidas. Quiero ser claro: él no está interesado en meros retoques de algunas disposiciones y un par de capítulos actualizados. Sentimos que el TLCAN ha fracasado fundamentalmente para muchos, muchos estadounidenses, y necesita mejoras importantes”, concluyó el representante comercial de la Casa Blanca.
En una carta previa dirigida a Lighthizer, la Secretaría de Economía de México argumentó que la mayor parte de los productos comercializados entre los tres países es insumos, componentes y partes utilizadas a lo largo de una cadena de producción regional para producir bienes terminados que se consumen internamente o se exportan a mercados globales.
Del volumen comercial de México con Estados Unidos, 80% se encuentra en productos intermedios (56%) y bienes de capital (24 por ciento).
El colofón de Guajardo: “Para que un acuerdo sea exitoso, tiene que funcionar para todas las partes involucradas. De otra forma, no es un acuerdo. Por ello, México está comprometido a lograr un acuerdo ganar-ganar-ganar, para los tres países (…) Viene a esta negociación con el objetivo de tener un rol constructivo y proactivo”.
Fue la misma línea que trazó Freeland: “Tenemos un poderoso interés compartido en llegar a acuerdos mutuamente beneficiosos”.