Como parte de su tercera etapa, se espera que la Internet de las cosas conecte 28,000 millones de objetos a Internet hacia 2020, desde bienes de consumo personal (wearables), como relojes inteligentes, hasta automóviles, equipos para el hogar y maquinaria industrial, de acuerdo con un reporte de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
La Internet de la cosas implica la capacidad de que objetos, máquinas y personas interactúen remotamente a través de Internet en cualquier lugar y tiempo, gracias a la convergencia de tecnologías.
Según la Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), se trata de una infraestructura mundial al servicio de la sociedad de la información, que propicia la prestación de servicios avanzados mediante la interconexión (física y virtual) de las cosas, gracias al interfuncionamiento de tecnologías de la información y la comunicación (existentes y en evolución).
Su implantación implica una tercera etapa del desarrollo de la red, con grandes cambios en su alcance y contenido. En una primera etapa, en la década de 1990, la Internet fija conectó a 1,000 millones de usuarios mediante PC.
En la segunda, en la década de 2000, la Internet móvil conectó a más de 2,000 millones de usuarios mediante teléfonos inteligentes, con expectativas de aumentar significativamente ese número en el próximo quinquenio.
La implementación de la Internet de la cosas tiene impactos disruptivos en todos los sectores y genera cambios profundos en los procesos económicos y sociales, en particular en la generación de empleos. Las fronteras entre industrias y mercados se modifican rápidamente, en general marcadas por un fuerte proceso de convergencia tecnológica.
La mayor disrupción es su impacto en el mundo físico, que da lugar a productos con contenido digital incorporado (embedded) y características de productos inteligentes conectados, de acuerdo con la denominación dada por Michael Porter.
En última instancia, se avanza desde la digitalización de los servicios y cambios de los modelos de negocios a cambios de los modelos de producción, siendo los sectores más afectados los de manufacturas, transporte y almacenamiento, información, comercio, salud y finanzas. Esto se muestra con claridad en las inversiones que realizan o esperan realizar las diferentes industrias en esta tecnología.