Además de la pandemia de Covid-19, el envejecimiento de la población tiene una repercusión importante en la situación y política fiscal del Japón, de acuerdo con información de la Organización Mundial de Comercio (OMC).
Entre 2017 y 2019, el déficit fiscal de la administración pública (los gastos del Gobierno central y los gobiernos locales y el gasto social) fluctuó entre el 2.5 y 3.1% del PIB japonés.
En el contexto de la pandemia, el gobierno de Japón adoptó en 2020 y 2021 varios presupuestos complementarios importantes, lo que dio lugar a un fuerte incremento del déficit global, a 9.0 y 7.6% del PIB en 2020 y 2021, respectivamente.
El último paquete fiscal se adoptó en noviembre de 2021 para contener la pandemia, revitalizar las actividades sociales y económicas, crear un círculo virtuoso entre el crecimiento y la distribución de los ingresos y mejorar la resiliencia y la seguridad.
Política fiscal
El gasto social público se duplicó con creces entre 1991 y 2020, ya que pasó de 11 a 25% del PIB.
En torno a 80% de ese gasto se dedica a las pensiones, la atención sanitaria y los cuidados a largo plazo, lo que representa uno de los porcentajes más elevados de la OCDE.
Desde la perspectiva de la OMC, es probable que las consecuencias del envejecimiento de la población y la creciente presión fiscal debida al gasto en seguridad social sin la adopción de medidas correctivas pongan en riesgo la sostenibilidad.
Según las proyecciones oficiales actuales, se prevé que el gasto en atención sanitaria y cuidados a largo plazo, impulsado en gran medida por el envejecimiento de la población, aumente en 3 puntos porcentuales del PIB para 2040 y el gasto en seguridad social en 2.5 puntos porcentuales.
Otro factor de presión sobre las finanzas públicas es la voluntad de alcanzar los objetivos de reducción a cero de las emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050.
Economía
De acuerdo con el Banco Central Europeo (BCE), la actividad económica de Japón sigue recuperándose en medio de un aumento de la inflación.
El repunte del consumo privado real ha sido hasta ahora modesto, con un gasto privado real en bienes aún por debajo de los niveles anteriores a la crisis.
Al mismo tiempo, la actividad manufacturera se debilitó en el cuarto trimestre de 2022, lastrada por la moderación de la demanda mundial y la ralentización de la recuperación de las limitaciones de la oferta.
La inflación general siguió aumentando hasta 4% en diciembre, apoyada en gran medida por la subida de los precios de la energía y, en menor medida, de los alimentos.
La actual administración del primer ministro Fumio Kishida y la anterior administración del primer ministro Yoshihide Suga han introducido políticas para combatir la deflación y promover el crecimiento económico.
Además, el Banco de Japón introdujo un plan de flexibilización monetaria cuantitativa y cualitativa en abril de 2013 y anunció una política de tipos de interés negativos en enero de 2016.
Sin embargo, para Pono Capital Corp., el impacto a largo plazo de estas iniciativas políticas en la economía de Japón sigue siendo incierto.
Además, el aumento del tipo del impuesto sobre el consumo, que tuvo lugar en abril de 2014 con un nuevo aumento en octubre de 2020, también puede afectar negativamente a la economía japonesa, lo que podría repercutir en el gasto de los consumidores y en el gasto en publicidad de las empresas.