Para que exista emprendimiento es necesario que una persona logre detectar o crear una oportunidad y decida explotarla, lo que implica una habilidad especial que está en el punto central del desarrollo de nuevas empresas.
A esa habilidad que posee una persona para ver una oportunidad que otros no ven, se llama estado de alerta, expuso Rafaela Diegoli, directora del Departamento Académico de Emprendimiento del Tecnológico de Monterrey Campus Querétaro.
El estado de alerta se ha definido como “un proceso y perspectiva que ayuda a algunos individuos a ser más conscientes de las variaciones, cambios, oportunidades y posibilidades que pasan desapercibidas a los demás” (Kirzner, 1982).
Según Diegoli, esta variable constituye un proceso de tres etapas que culmina en las actividades iniciales de creación de un negocio.
La primera es la búsqueda de oportunidades: interactuar con otras personas para obtener información; leer libros, revistas y otras publicaciones, y realizar acciones de cualquier otro tipo con las que se busque de manera ávida noticias o nuevos datos.
Luego se requiere la asociación entre diferentes oportunidades: ver conexiones entre información aparentemente no relacionada; es decir, ser capaz de “conectar los puntos”.
Finalmente, hay que evaluar cada una de las oportunidades para una posterior elección de la más rentable. Esto conlleva tener una buena sensibilidad para evaluar el potencial de una oportunidad, de modo que se logre distinguir entre las que pueden dar ganancias y las que no.
Consecuentemente, el estado de alerta es una actitud receptiva por parte del individuo que le permite escanear el ambiente para descubrir oportunidades y darle un significado que otras personas no serían capaces de dar.
De acuerdo con una investigación realizada por Diegoli, es posible desarrollar el estado de alerta a través de cursos, lo que ayuda en la capacidad para evaluar y seleccionar oportunidades.