La economía mundial tiene perspectivas moderadas para 2022, 2023 y 2024, de acuerdo con proyecciones del Banco Central Europeo (BCE).
El BCE prevé que el PIB real mundial (excluida la zona del euro) aumente 2.9% en 2022, luego 3% en 2023 y, finalmente, 3.4% en 2024.
Estas perspectivas son peores que las indicadas en las proyecciones de los expertos del Eurosistema de junio de 2022 e implican que el ritmo de avance de la economía mundial será ligeramente inferior a su media de largo plazo este año y el siguiente, en un entorno de ralentización de la actividad económica tanto en las economías avanzadas como en las emergentes.
En particular, la alta inflación, el endurecimiento de las condiciones financieras y la persistencia de factores adversos relacionados con la oferta están influyendo negativamente en la actividad económica en todo el mundo.
Los datos procedentes de encuestas señalan una moderación generalizada de la actividad económica
Si bien las perspectivas de mayor debilidad de la demanda y las mejoras en la oferta han contribuido a aliviar las presiones en las cadenas de suministro, estas aún persisten.
En línea con las perspectivas de crecimiento global, las relativas al comercio mundial y a la demanda externa de la zona del euro también se han deteriorado en comparación con las proyecciones de junio.
Economía mundial
Al mismo tiempo, el BCE considera que las presiones inflacionistas globales siguen siendo elevadas y generalizadas en un contexto de subidas de los precios de las materias primas, persistencia de las restricciones de oferta, una demanda todavía relativamente sólida y tensiones en los mercados de trabajo, pero se espera que disminuyan a medida que los mercados de materias primas se estabilicen y el crecimiento se debilite.
En un entorno de considerable incertidumbre, el balance de riesgos en torno a las proyecciones de referencia está orientado a la baja para el crecimiento mundial y al alza para la inflación global.
La economía de la zona del euro creció 0.8% en el segundo trimestre de 2022, debido principalmente al fuerte gasto de los consumidores en servicios que requieren mayor interacción social, como resultado de la retirada de las restricciones relacionadas con la pandemia.
Durante el verano, dado que los ciudadanos viajaron más, los países con sectores turísticos importantes se beneficiaron especialmente.
Entre tanto, las empresas se han visto afectadas por los elevados costes de la energía y la continuación de los cuellos de botella en la oferta, si bien estos se han ido relajando de manera gradual.