A pesar de los grandes avances logrados en el desarrollo desde la creación de la Organización Mundial de Comercio (OMC), esta “sigue atascada en un concepto simplista y a todas luces anticuado”, de división «Norte-Sur», de países desarrollados y países en desarrollo, afirmó el Gobierno de Estados Unidos.

Cada elemento, añadió, representa un conjunto aparentemente estático, sean cuales sean los indicadores económicos, sociales, comerciales y de otra índole. Este concepto binario no refleja la realidad de 2019, así como tampoco la visión que los Miembros tenían del desarrollo cuando se creó la OMC.

En el preámbulo del Acuerdo de Marrakech por el que se establece la Organización Mundial del Comercio se reconoce que existen «necesidades e intereses según los diferentes niveles de desarrollo económico», lo que implica que puede haber muchos niveles de desarrollo.

Debemos recordar asimismo que en el preámbulo del Acuerdo de Marrakech, los Miembros también expresaron su deseo de contribuir al logro de los objetivos señalados anteriormente «mediante la celebración de acuerdos encaminados a obtener, sobre la base de la reciprocidad y de mutuas ventajas, la reducción sustancial de los aranceles aduaneros y de los demás obstáculos al comercio, así como la eliminación del trato discriminatorio en las relaciones comerciales internacionales».

De hecho, argumentó el gobierno estadounidense, se trata de un principio fundacional que se remonta al GATT de 1947.

Reglas no transversales

Mucho se ha debatido últimamente sobre la necesidad de mantener el compromiso con el «sistema multilateral de comercio basado en normas».

“Ahora bien, si se mira detrás de la cortina, ese sistema no tiene nada de monolítico. La totalidad de las normas se aplican a unos pocos (los países desarrollados) y solo algunas de ellas se aplican a la gran mayoría, es decir, los países que se autodeclaran en desarrollo”, dijo como parte de su petición de reformar las reglas de la OMC.

Expuso que la perpetuación del concepto ha causado graves daños a la función de negociación de la OMC, convirtiendo cada negociación en una negociación sobre el establecimiento de normas estrictas para unos pocos y la concesión de amplias flexibilidades o exenciones para muchos.

No se trata de «acuerdos encaminados a obtener, sobre la base de la reciprocidad y de mutuas ventajas, la reducción sustancial de los aranceles aduaneros y de los demás obstáculos al comercio, así como la eliminación del trato discriminatorio en las relaciones comerciales internacionales».