La recuperación económica de China tras la crisis de la pandemia de Covid-19 ha sido decepcionante, y los datos tanto de la demanda interna como de las exportaciones han sido flojos, concluye la Coface, quien expone los siguientes argumentos.
El repunte del consumo, ha mantenido una debilidad relativa, ya que los hogares se mostraron cautos en su gasto y reembolsaron los préstamos por adelantado.
El fin de la política de Covid Cero y la subsiguiente reapertura de la economía china sólo consiguieron dar un impulso desigual a los patrones de consumo.
Servicios como la restauración y la hostelería experimentaron un mayor crecimiento, a medida que la demanda volvía a niveles «normales».
Sin embargo, hubo debilidad en el consumo relacionado con la vivienda, como electrodomésticos, muebles y materiales de construcción y decoración.
En los ocho primeros meses del año, las ventas al por menor de bienes de consumo crecieron a una tasa media anual de 12%, mucho más despacio que el nivel anterior a la pandemia, en torno a 29 por ciento.
La confianza de los consumidores se mantuvo moderada por la incertidumbre en torno a la futura seguridad del empleo y los ingresos, y el debilitamiento del patrimonio familiar debido a la caída de los precios inmobiliarios.
Recuperación económica
Las encuestas de los bancos centrales mostraron que la mayoría de los depositantes urbanos (58%) preferían ahorrar antes que consumir o invertir, lo que refleja la persistente incertidumbre económica.
Tampoco la inversión fue un motor de crecimiento para China, ya que el sector privado se ha mantenido cauto en cuanto al gasto en capital fijo.
Esta debilidad tiene su origen en el mercado inmobiliario, que sigue siendo preocupante.
La inversión en activos fijos (FAI) de las empresas privadas cayó 0.7% interanual en los ocho primeros meses de este año, arrastrada por una caída de 8.8% en el sector inmobiliario.
Esto contrasta con un aumento del 7.4% en la FAI por parte de las empresas estatales, apoyado por el aumento de la inversión en infraestructura, sobre todo en los servicios públicos y el transporte ferroviario.
El índice de clima inmobiliario de China, un índice compuesto de ocho índices inmobiliarios, cayó bruscamente, indicando niveles consistentes con una profunda contracción, acercándose a los mínimos observados en 2015, cuando el sector de la vivienda luchó contra un exceso de oferta.