La Unión Europea pidió reducir el arancel de 45% que se le cobra a sus exportaciones de leche a México, como parte de la renegociación del Tratado de Libre Comercio entre ambos (TLCUEM).
En contraste, desde enero del 2008, Estados Unidos es el único país que goza de la apertura total del mercado mexicano de lácteos, salvo leche cruda por la carencia de un protocolo sanitario.
Tanto para Estados Unidos como para la Unión Europea, México está en el objetivo de sus intereses exportadores, puesto que se ubicó como el mayor importador de leche descremada en polvo del mundo, con compras externas por 250,235 toneladas de enero a octubre del 2017, de acuerdo con datos de la Comisión Europea.
Durante ese mismo periodo, la Unión Europea exportó (ventas extracomunitarias) 663,481 toneladas de ese producto, un alza interanual de 39%; mientras que las exportaciones de Estados Unidos sumaron 492,548 toneladas, prácticamente el mismo volumen que registró en igual lapso del año anterior.
Este producto es de gran importancia ya que, a diferencia de la leche fluida, no precisa ser conservada en frío y, por lo tanto, su vida útil es más prolongada. Presenta ventajas como ser de menor coste y de ser mucho más fácil de almacenar.
En todo 2016, México importó leche y crema concentrados por un valor de 579 millones de dólares, y de esas compras Estados Unidos aportó 92.9%, según estadísticas de la Secretaría de Economía. Otros proveedores, en orden decreciente, fueron: España, Nueva Zelanda, Canadá, Alemania, Francia y Australia.
El Grupo Consultor de Mercados Agrícolas (GCMA) estima que México importará unas 350,000 toneladas de leche en 2017, por lo que tiene margen, en las negociaciones del TLCUEM, de otorgar un cierto cupo a la Unión Europea, lo que tendría como ventaja diversificar las fuentes de proveeduría, altamente concentradas con el mercado estadounidense.
De acuerdo con la Cámara Nacional de la Industria de la Leche (Canilec), el comercio lácteo entre México y Estados Unidos se ha venido desarrollando sin sobresaltos y sin tensiones por parte de las empresas y los gobiernos de ambos países.
Aunque esta buena relación sectorial ha tenido dos excepciones: cuando México aplicó represalias contra su vecino del norte, que establecieron restricciones a lácteos, por el caso de la negativa estadounidense a abrir el transporte transfronterizo de carga por carretera; y cuando México estuvo a punto de aplicar medidas de remedio comercial como resultado del dictamen arbitral en el marco de la Organización Mundial de Comercio (OMC) por las exigencias de un etiquetado de productos cárnicos denominado COOL.
México permite la importación de productos de bajo riesgo como lácteos, siempre y cuando provengan de plantas procesadoras habilitadas oficialmente por el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica) y de aquellos países que así lo han solicitado al gobierno mexicano, como Argentina, Colombia y Uruguay.
A nivel mundial, la producción de leche abastece sobre todo a los mercados locales. Del 100% de la leche que se produce globalmente, 92% es para abasto interno de cada país. Tres son los grandes exportadores: Estados Unidos, la Unión Europea y Nueva Zelanda.
La industria láctea en México representa 11% del Producto Interno Bruto (PIB) de la industria alimentaria, con un total de 704,000 millones de pesos, según datos de la Canilec.