México encabezó la clasificación del índice de conectividad de McKinsey Global Institute (MGI) 2016, en un contexto de un bajo nivel de los países latinoamericanos en este indicador, consideró la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal).
Desde la perspectiva de la conectividad internacional en bienes, servicios, personas, finanzas y datos, la Cepal expuso que la región está “poco conectada” con el resto del mundo, lo que supone ciertos riesgos en una economía global cada vez más integrada, donde las redes internacionales favorecen la difusión del conocimiento y el aumento la productividad.
En contraste con los países mejor conectados del mundo (Estados Unidos, Países Bajos y Singapur), los países de América Latina y el Caribe están rezagados. México es el que apareció mejor clasificado (puesto 21) y mucho más atrás quedaron Brasil (44) y Chile (45).
Según la Cepal, atraer inversión de empresas transnacionales integradas en cadenas globales de valor puede impulsar a los proveedores locales a mejorar sus capacidades e integrase como agentes autónomos en esas cadenas.
El debate de la relación entre la Inversión Extranjera Directa (IED) y la integración en el comercio internacional es importante en la región. Las conclusiones indican que existe una fuerte relación bidireccional, agregó el organismo: la integración aumenta los flujos de IED y estos a su vez incrementan las posibilidades comerciales.
Para que las economías puedan beneficiarse de la integración de la cadena de valor es crucial el desarrollo de las capacidades locales, las cuales implican poder ofrecer un cierto nivel de cantidad y calidad que se deriva de la especialización sectorial de la economía.
La carencia de esas capacidades reduce sustancialmente la posibilidad de beneficiarse de la integración. Si las empresas locales no pueden responder a las demandas de las transnacionales, no lograrán una adecuada integración en sus cadenas y los beneficios serán menores.