México se comprometió a no establecer represalias contra las importaciones de bienes agrícolas originarios de Estados Unidos como parte del acuerdo bilateral que alcanzó la semana pasada sobre el caso del acero y el aluminio.

Desde 2008, las exportaciones agrícolas de los Estados Unidos han representado una participación del 20% en las ventas totales del sector, incluyendo los agro-productos manufacturados o procesados.

En 2018, las exportaciones agrícolas totales de Estados Unidos subieron 2%, a 143,400 millones de dólares.

Sin embargo, se espera que los abundantes suministros en los mercados internacionales, la fuerte competencia de los principales competidores extranjeros y la actual disputa comercial entre Estados Unidos y China cambien los patrones de comercio y reduzcan las perspectivas de exportación de Estados Unidos ligeramente (-1%) en 2019.

Bienes agrícolas y monitoreo

Estados Unidos anunció un convenio con Canadá y México para eliminar los aranceles de la Sección 232 para las importaciones de acero y aluminio de esos países y para la eliminación de todos los aranceles impuestos a productos estadounidenses como represalia.

La Representación Comercial de la Casa Blanca (USTR, por su sigla en inglés) especificó que el acuerdo prevé un “monitoreo agresivo” y un mecanismo para evitar “aumentos repentinos” en las importaciones de los dos metales.

Si se producen aumentos en las importaciones de bienes específicos de acero y aluminio, Estados Unidos puede volver a imponer aranceles de la Sección 232 sobre esos productos. Además, cualquier represalia de Canadá y México se limitaría a los productos de acero y aluminio.

“Este acuerdo es una gran noticia para los agricultores estadounidenses que han estado sujetos a tarifas de represalia de Canadá y México. Al mismo tiempo, el acuerdo continuará protegiendo las industrias de acero y aluminio de Estados Unidos”, dijo la USTR en un comunicado.

En 2014, el ingreso promedio de los hogares de la granja (incluidas las fuentes de ingresos fuera de la granja) fue aproximadamente un 77% más alto que el ingreso promedio de los hogares de los Estados Unidos. En 2017 (el último año con datos comparables), se espera que esa ventaja disminuya a 32 por ciento.