Estados Unidos y México construirán un nuevo cruce fronterizo mixto entre las ciudades fronterizas de Tijuana y San Diego, y se conocerá como Otay II.
Por ahí podrán pasar automóviles, autobuses, camiones y otros vehículos comerciales, con un programa para comenzarlo a construir en 2017 e inaugurarlo en 2018.
De total de cruces internacionales de la frontera México-Estados Unidos, únicamente se han construido 4 nuevos cruces en los últimos 15 años, mientras que el comercio bilateral de mercancías ascendió a más de 500,000 millones de dólares en 2015. Un crecimiento de más del doble de lo que se tenía en 1998.
El desarrollo de un nuevo cruce fronterizo entre México y Estados Unidos dura en promedio de 10 a 15 años.
Según el Banco de Desarrollo de América del Norte (Nadbank, por su sigla en inglés), la construcción de nuevos cruces fronterizos es un proceso complejo que involucra a una gran cantidad de actores de ambos lados de la frontera, de diferentes niveles de gobierno y del sector privado.
Después de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el gobierno de Estados Unidos cambió la visión de la frontera e incrementó las medidas de seguridad que acrecentaron las inspecciones tanto para vehículos de carga como de pasajeros.
Esto trajo como consecuencia el aumento del tiempo de cruce, disminución del tráfico transfronterizo e impactos económicos, negativos en la región. Durante esta etapa se han implementado programas de viajero confiable que han agilizado el tránsito en la frontera sin llevar a cabo revisiones tan exhaustivas.
Actualmente existen 56 puertos de entrada a lo largo de la frontera México-Estados Unidos, 53 de ellos se encuentran en operación y tres están cerrados.
Del total de puertos en uso, 21 se clasifican como cruces (frontera terrestre) y 35 como puentes, que libran el Río Bravo. Según el tipo de tránsito, los cruces se catalogan como turísticos (vehículos ligeros), comerciales (transporte de carga) o mixtos. También se pueden dividir en peatonales, para vehículos de carga o vehículos de uso personal.
“El nuevo puente de Otay II está en etapa de planeación, ya hay convenios con el gobierno de Estados Unidos, ya tenemos incluso los protocolos de acción prácticamente acordados. Lo que debemos desarrollar ahora es toda la obra y todo el proyecto como tal”, dijo Ricardo Treviño, administrador general de Aduanas de México.
El comercio vía terrestre entre los dos países se ha cuadruplicado desde la puesta en marcha del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), en 1994. Sin embargo, la infraestructura de cruces no ha crecido con el mismo dinamismo a lo largo de la frontera, creando congestionamientos y externalidades que impactan negativamente la competitividad de la región.
De acuerdo con el Nadbank, se han detectado más de 150 proyectos de cruces fronterizos nuevos, remodelaciones y ampliaciones, que requieren de procesos de desarrollo expeditos, claros y transparentes, información actualizada para toma de decisiones, así como de fuentes de financiamiento innovadoras.
La frontera, agregó, requiere cruces y puentes competitivos, de clase mundial, oportunos, con un alto nivel de seguridad y servicios al usuario acordes con las necesidades de movilidad.
Esto representa un gran reto en la planeación e instrumentación conjunta de proyectos binacionales, a que se debe lograr la concurrencia en tiempos y con el respeto absoluto a los procesos y decisiones internas que solo competen a cada país.