La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que el PIB mundial crezca 5.7% en 2021 y 4.5% en 2022.
En parte, un fuerte repunte en Europa, la probabilidad de apoyo fiscal adicional en los Estados Unidos el próximo año y un menor ahorro de los hogares impulsarán las perspectivas de crecimiento en las economías avanzadas.
Ya el crecimiento económico se ha recuperado este año, ayudado por un fuerte apoyo político, el despliegue de vacunas eficaces y la reanudación de muchas actividades económicas.
Ahora el PIB mundial ha superado su nivel prepandémico, pero las brechas de producción y empleo persisten en muchos países, particularmente en las economías de mercados emergentes y en desarrollo, donde las tasas de vacunación son bajas.
Por un lado, de acuerdo con la OCDE, el impacto económico de la variante Delta ha sido relativamente leve en países con altas tasas de vacunación, pero ha reducido el impulso a corto plazo en otros lugares y ha aumentado las presiones sobre las cadenas de suministro y los costos mundiales.
Por otra parte, la inflación ha aumentado considerablemente en Estados Unidos, Canadá, Reino Unido y algunas economías de mercados emergentes, pero sigue siendo relativamente baja en muchas otras economías avanzadas, especialmente en Europa y Asia.
PIB mundial
Los precios más altos de las materias primas y los costos de envío globales están agregando actualmente alrededor de 1½ punto porcentual a la inflación anual de precios al consumidor del G20, lo que representa la mayor parte del repunte de la inflación durante el año pasado.
La OCDE proyecta que la inflación de los precios al consumidor del G20 se modere del 4.5% a fines de 2021 a alrededor de 3.5% para fines de 2022, manteniéndose por encima de las tasas observadas antes de la pandemia.
Las presiones de oferta deberían desaparecer gradualmente, el crecimiento salarial sigue siendo moderado y las expectativas de inflación aún están ancladas, pero los riesgos a corto plazo están al alza.
Pero queda una incertidumbre considerable, desde la visión de la OCDE.
Un progreso más rápido en el despliegue de vacunas, o una reducción más aguda de los ahorros de los hogares mejoraría la demanda y reduciría el desempleo, pero también podría aumentar las presiones inflacionarias a corto plazo.
El lento progreso en el lanzamiento de la vacuna y la continua propagación de nuevas mutaciones de virus darían como resultado una recuperación más débil y una mayor pérdida de puestos de trabajo.