Para los próximos meses, el gobierno mexicano se prevé que las exportaciones no petroleras de México mantendrán una tendencia de aceleración, impulsadas por el mayor crecimiento proyectado para la economía estadounidense y, en particular, de su producción de manufacturas.
Asimismo, anticipa que la demanda interna continúe con un dinamismo positivo, consistente con el fortalecimiento esperado para sus principales determinantes.
En este contexto, diversas instituciones han revisado al alza las expectativas de crecimiento para México en 2017. El FMI elevó su tasa estimada de 1.7 a 1.9% en julio y la CEPAL incrementó su proyección de 1.9 a 2.2% en agosto.
Además, los analistas encuestados por Banco de México, Citibanamex y Blue Chip han elevado sus estimaciones a promedios de 2.2, 2.1 y 2.1%, respectivamente, mayores a los reportados en enero de 1.5, 1.4 y 1.6%, en el mismo orden.
Finalmente, el Banco de México incrementó en agosto su rango de crecimiento de 1.5 a 2.5% a un estimado de 2.0 a 2.5 por ciento.
En línea con lo anterior, la SHCP estima que durante 2017 el PIB de México registrará un crecimiento real dentro de un rango de 2.0 y 2.6%, estimación que es superior a la proyección previa de 1.5 a 2.5% y de 1.3 a 2.3% contenida en Pre-Criterios.
Para efectos de las estimaciones de finanzas públicas, se plantea utilizar una tasa de crecimiento puntual del PIB para 2017 de 2.2 por ciento.
El escenario de crecimiento puntual del PIB prevé que las exportaciones de bienes y servicios registrarían un incremento anual de 7.6% en términos reales, y que el consumo y la inversión aumentarían a tasas anuales de 2.5 y 0.3%, respectivamente.
Las previsiones están sujetas a variaciones y a algunos riesgos a la baja relevantes, como incertidumbre por factores como el proceso de actualización del TLCAN, las medidas de política económica que pueda implementar Estados Unidos, las negociaciones relativas a la salida del Reino Unido de la Unión Europea y distintas tensiones geopolíticas.
En este escenario, se calcula que en 2017 la cuenta corriente de la balanza de pagos registrará un déficit de 20,457 millones de dólares, que sería equivalente a 1.8% del PIB.
Este déficit estaría financiado, totalmente, por el ingreso de inversión extranjera directa, que se estima en alrededor de 23,000 millones de dólares. Asimismo, se anticipa que los ingresos por remesas familiares se ubicarán en alrededor de 28,000 millones de dólares.