Las modalidades de reshoring y nearshoring relocalizarán hasta 26% de la producción mundial, de acuerdo con estimaciones de McKinsey Global Institute.
En general, la UNCTAD prevé que la pandemia acelerará la reconfiguración de las cadenas de valor globales con el fin de lograr una mayor resiliencia o robustez, incluso si ello implica mayores costos de operación.
Desde la óptica de las empresas multinacionales que las lideran, existen varias opciones para ello. Algunas no suponen desplazamientos geográficos, como mantener inventarios más amplios o digitalizar ciertos procesos.
Las empresas líderes pueden también diversificar su red de proveedores en términos de países y empresas, sin necesariamente acortar la extensión geográfica de la cadena -por ejemplo, trasladar la producción de China a Vietnam-.
Otra opción es privilegiar ubicaciones más cercanas a los mercados finales de consumo (nearshoring) -por ejemplo, trasladar la producción de China a México, en el caso de empresas que se orientan al mercado de Estados Unidos-.
Reshoring
En algunos casos, puede incluso ser factible relocalizar ciertos segmentos de las cadenas de valor; es decir, traerlos de vuelta al país de origen de la empresa que lidera la cadena (reshoring).
McKinsey Global Institute proyecta que, en los próximos cinco años, la producción de bienes que representan entre 16 y 26% del valor del comercio mundial podría desplazarse geográficamente mediante nearshoring o reshoring.
El nearshore es un tipo de subcontratación o externalización de una actividad con salarios más bajos que en el propio país, que se encuentra relativamente cerca en la distancia o el huso horario (o ambos). El cliente espera beneficiarse de una o varias de las siguientes construcciones de proximidad: geográficas, temporales, culturales, lingüísticas, económicas, políticas, o de vínculos históricos.
A su vez, el reshoring también conocido como “backshoring” o “inshoring” es una deslocalización que se ha devuelto a su lugar de origen.
La pandemia
Si bien el Covid-19 acelerará la reconfiguración de las cadenas de valor globales, el modo específico en que ello ocurra dependerá de diversos factores, de acuerdo con la UNCTAD.
Por una parte, se trata de un proceso que no depende solo de las decisiones comerciales de las empresas multinacionales, sino también de presiones políticas y sociales.
En efecto, los principales llamados al reshoring han provenido de los gobiernos de los países avanzados, que desean reducir su dependencia de las importaciones de productos e insumos críticos (especialmente de China) y garantizar mayores niveles de autonomía productiva en caso de una nueva pandemia.
Por otra parte, agrega la perspectiva de la UNCTAD, la reconfiguración operará de distintas formas en distintas cadenas, dependiendo de factores como su intensidad en trabajo o capital, la importancia de la cercanía a proveedores o recursos naturales, y el impacto esperado sobre ellas de avances tecnológicos como la automatización, la digitalización y la manufactura aditiva.
En Estados Unidos, la relocalización de empresas en su país de origen (reshoring), especialmente desde China, fue un objetivo explícito de la Administración de Donald Trump desde sus inicios, y se ha visto reforzado desde la irrupción de la enfermedad por coronavirus (Covid-19), con el llamado a adoptar una política industrial que garantice la autosuficiencia del país en sectores estratégicos.
Este objetivo es compartido por la nueva Administración de Joe Biden. Cabe mencionar que el índice de relocalización ya alcanzó su valor máximo en 2019 debido a las tensiones comerciales con China, mientras que el peso de México en las importaciones manufactureras aumentó marcadamente con respecto al de los proveedores asiáticos