México exportó petróleo a Japón por un valor de 1,258 millones de dólares en 2016, lo que representó un alza de 54% interanual y un récord, de acuerdo con datos de la Secretaría de Economía.

Japón se ubicó así en la cuarta posición entre los principales destinos de las ventas externas de crudo de México, por debajo de Estados Unidos (7,514 millones de dólares), España (2,134 millones) y la India (1,548 millones).

En el primer bimestre de 2017, este tipo de exportaciones mexicanas al mercado nipón sumó 121 millones de dólares.

Japón tiene una gran dependencia de las importaciones de todos sus combustibles fósiles, lo que influye en su estrategia a largo plazo sobre la combinación de las fuentes de energía.

Esta estrategia se expone en el cuarto Plan Estratégico de Energía del Japón, publicado en abril de 2014 en el marco de la Ley Básica de Política Energética de 2002 (Ley Nº 71), el primer plan de este tipo después del accidente de Fukushima y el gran terremoto del Japón oriental en 2011.

Establece cuatro principios básicos, conocidos como «3E+S», a saber, estabilidad del suministro (seguridad energética), reducción de los costos (eficiencia económica), protección del medio ambiente y seguridad.

Su finalidad es crear una estructura de la demanda y la oferta de múltiples niveles, diversificada y flexible. En julio de 2015 se complementó mediante otro documento publicado por el Gobierno, las Perspectivas a Largo Plazo de la Oferta y la Demanda de Energía.