La Inversión Extranjera Directa (IED) registró en 2018 su tercera caída anual consecutiva en el mundo, al descender 19%, a un estimado de 1.2 billones de dólares, según la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD).
Si bien las perspectivas son más positivas para 2019 con un repunte, James Zhan, director de la División de Inversiones de la UNCTAD, dijo que todavía hay muchas incertidumbres a las que se enfrenta la economía mundial.
«Más allá del impacto inmediato de los vientos en contra económicos, las tendencias subyacentes para la IED global siguen siendo débiles, impulsadas por factores puntuales como las reformas fiscales, los mega tratados y los flujos financieros volátiles», comentó Zhan, según un comunicado.
“A medida que el flujo inicial de repatriaciones de ganancias en los Estados Unidos disminuya, las cosas se normalizarán al rebotar a niveles» promedio «de entradas. Pero las perspectivas para la economía mundial se están oscureciendo, respaldadas por factores estructurales en la economía», añadió.
Estos incluyen factores políticos, tensiones comerciales y un retorno de las tendencias proteccionistas.
Además, el fortalecimiento de la economía digital y, por lo tanto, un cambio hacia los intangibles en la producción internacional desempeñarán un papel, junto con importantes disminuciones en los retornos de la IED, ya evidentes en los últimos cinco años.
Tres bajas en la IED
La caída, la tercera consecutiva, lleva los flujos de IED al punto bajo alcanzado después de la crisis financiera mundial, con el declive concentrado en los países desarrollados, donde los flujos de entrada cayeron 40%, hasta los 451,000 millones de dólares.
«La tendencia subyacente de la IED ha mostrado un crecimiento anémico desde la crisis financiera mundial y ha tenido una trayectoria descendente desde 2013», dijo Zhan.
Según la UNCTAD, la disminución de la IED en 2018 se debe a la reforma del impuesto a la renta de las empresas en los Estados Unidos. A partir de 2017, las empresas multinacionales de los Estados Unidos se han embarcado en una gran repatriación de las ganancias extranjeras acumuladas, una medida que ha golpeado fuertemente a Europa.
